jueves, 11 de diciembre de 2014

Pedro



Veo el rosicler del amanecer por la ventanilla izquierda mientras giro buscando el oeste, el camino al cementerio lo dejo en otra melancolía, a la izquierda. Me gusta esa palabra, rosicler, útil  solo para un momento y le encuentro leve sabor a chicle de fresa.

El resto del trayecto dejo la madrugada en el retrovisor y  me vienen momentos compartidos con un compañero que se jubila, Pedro. Cuando empecé a trabajar me estaba esperando y me dio un consejo: "trata al pensionista como si fuera tu padre" - lo intento Pedro - y después me adivinó  la colonia que llevaba, cosa que hacía de vez en vez a pesar de que cambiaba con cierta frecuencia para trucar su truco,  por un tiempo pensé que era como Anthony Blake. Sé más cosas de él que no voy a contarlas, se quiere ir en silencio, saltar de la balanza sin que se note que hay menos peso, tal vez para que no nos demos cuenta que todos nos morimos  un poco cuando un compañero se jubila.

Hasta hace un rato pensaba que el desvelo de hoy sería inútil. No me gusta esa palabra,  me arañan un poco el corazón, pero la estoy disfrutando a mi manera.

Sigo mirando por el retrovisor. El viaje es corto, el tiempo pasa rápido aunque respete el límite.
Me arrepiento de lo dicho unas líneas antes,  os cuento alguna cosa más.  Pedro lleva un pañuelo a juego con el humo del cigarrillo y con la cazadora, lo hace discretamente, andando por el bordillo de la acera, con una elegancia sutil - es elegante hasta para bajar la basura. El pañuelo lo lleva a mano para la lágrimas que se le caen  con frecuencia, bajo sus gafas azules,  creo que es más un problema de corazón que de lacrimal, aunque él no lo sepa.

Conoce las circulares de cómputo recíproco y  la correcta utilización de la pimienta de Guinea en los guisos y le hace falta tiempo, como a Antonio López, para buscar el último rayo que sombrea la ventana y más.

Al entrar a La Roda, aún huele a vino de septiembre. Aparco el coche en el paseo de la Estación, una última mirada por el retrovisor. Amanece, ahora queda todo el día por delante.


A mi amigo Pedro Rovira.





4 comentarios:

  1. Un texto tan hermoso como justo. Y lo digo yo, que de eso de los cómputos recíprocos no tengo ni idea, pero sí tengo la suerte de disfrutar de vez en cuando de su correcta utilización de la pimienta de Guinea en los guisos... entre otras cosas. ¡Muchísimas gracias, a los dos!

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  2. Muy bellas palabras, para describir a un gran compañero.

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