jueves, 17 de noviembre de 2016

noviembre


Ayer conocí a Noviembre, si a Noviembre con la ene alta.
 Vino a la oficina a pedir algún cambio de domicilio y circunstancia, las manos pintaban trabajadas y malvas, Noviembre recoge rosa en alguna finca de por aquí, pero ayer descansó, la niebla, densa como la luna, no recomendaba la recolecta.
El apellido, me cuenta, que le viene de una monja poeta, de un abuelo expuesto a los embates del siglo y de la inclusa. Mi hija Carmen y su generación ya no conocen esa palabra, palabra  que proviene de una Virgen holandesa con nombre francés que veneraban en los orfanatos de Madrid, L´Écluse.
 En esos tiempos de mulas grises y centeno, a su abuelo abandonado, la sor le puso el apellido del mes en el que se desahijó, un apellido paganamente inmaculado.
Noviembre está orgullosa,  han buscado en internet y solo su familia se apellida así, se ríe y dice que durante todo el mes celebra su santo.

 Hoy, que amaneció con helor, sigue en la rosa.

martes, 15 de noviembre de 2016

José Hierro

Estoy leyendo un biografía de Vicente Aleixandre (La memoria de un hombre está en sus besos de Emilio Calderón) , intentando vivir un poco en Velintonia - su casa refugio - y ojeo unas fotos de sus recuerdos y compañeros, con Lorca, Cernuda, Dámaso Alonso, todos jóvenes y reconocibles, a otros les puse cara, Carlos Bousoño, José Luis Cano, y todos van con traje y corbata y posiblemente con poco dinero en el bolsillo.
En otra fotografía lo veo con un joven José Hierro, un poeta que aún no había encontrado su rostro definitivo, irreconocible para mi.  Y me hace preguntarme eso, ¿cuándo aparecen nuestros verdaderos ojos?, la cara última de la memoria.

lunes, 7 de noviembre de 2016



A las nubes de mediodía las miro con la tranquilidad que permite la carretera, pintaban muy blancas y llovederas, pero encuentro  extravagante que se mantengan ahí, arriba, como esperando y me parece adivinar el horizonte donde se desdibujan.

La ciudad va comprando  sabores de otoño, dulces rojos de supermercado,  gotas doradas de  lluvia, algún viento frío, hojas remisas en los bancos pero, aún  faltan notas..., el sonido del viento que nos esconde, el gris de la mañana, de  esas mañanas que nacen aterdeciendo, faltan calles inesperadamente tranquilas, rincones dormidos.

Esas nubes no llegan a mi calle,  aquí no encuentran donde pararse, pasarán de largo hasta que sientan el otoño intenso y zaino y se confundan con el humo de las castañas.

En los escaparates los turrones presagian  la rebajas, todo muy anticipado, como si al mundo se le fuera el tiempo, y mejor es poco a poco, los santos, la constitución, la Inmaculada y el final del otoño.


Este otoño pasará sin flores secas ni olvidos, tal vez el próximo.