martes, 17 de diciembre de 2019




La luna llena siempre seduce, sobre todo cuando su esfera brilla y se anaranja, sobre todo cuando es una luna de alborada, de esas que se recogen tarde después de deambular toda la noche cerrando bares y acompañando tropezones. Hoy se ha escondido levemente tras unas nubes ajironadas, difuminadas, nubes como si fueran un visillo indiscreto que no consigue ocultar la mirada.

Llevo la radio encendida, las noticias se repiten desde hace tres meses: Torra, Sánchez, pactos, elecciones, ERC, nación de naciones, patria...luego viene, afortunadamente, la publicidad abundante: El Corte Inglés, verti o falso - eslogan de una aseguradora - jamones Navidul ... y vuelven las noticias a la carga con Torra- Puigdemont.  Apago la radio.

Miro como la luna se recoge en el noroeste, iluminando, casi incendiando las abundantes nubes de ese horizonte. El viento sopla muy fuerte, una bandada muy numerosa de pájaros destaca su perímetro inestable cuando cruza por delante del brillo de la luna.

Conecto nuevamente la radio: El Corte Inglés, digilosofía del Banco Santander, verti o falso... y empiezan las noticias. Apago la radio hasta la publicidad.

camino al trabajo,
la bandada de gorriones
mecidas por el vendaval

viernes, 15 de noviembre de 2019



playa en calma,
en la estela de la luna
orina el borracho














Seleccionado como mejor haiku feísta en el "Concurso de haikus  Senda del Sur"

domingo, 3 de noviembre de 2019

Haibun - Navaja






En Albacete,
cada navaja cuenta
una historia





Alguna feria, comprando una navaja, hacía mía la poesía de Carbonell. Una navidad, para ir más allá del poema, le regalé una de cachas blancas, novilunar, a mi padre.

Y al paso de algunos septiembres pretendía recuperarla para recordar. Varias manos de mujer dieron vuelta a los bolsillos de las americanas y a cajones repletos de tiempo y de cartillas taladradas; no apareció. Mi padre debió dejarla en legado al olvido.

En otra navidad, a mi hijo, le entregué una de hoja labrada y también de asta blanca.

Mi padre la utilizaba mucho; recuerdo que en un restaurante que pusieron bonitos cuchillos - pero con filo de cartón - sacó su navaja del bolsillo y dividió cuidadosamente el filete. Aunque le regañamos, bajo y despacio, por la falta de finura, después nos la fue pasando, entre risas y sonrojos, a los demás comensales.

Mi hijo me dice que aún no ha encontrado el momento de usarla, aún sigue guardada en su caja de gala. Ya llegará su historia.

A mí me tocó en un  cumpleaños. Cuando me la regalaron me advirtieron con insistencia de su buen filo. Ensayé con tiento en una manzana roja. ¡No era para tanto!

La siguiente prueba fue en el campo.  Panceta a la parrilla apoyada en el pan tostado y sin sentarme,  con buen apetito y apretando en el recazo de la navaja corté de forma limpia la panceta...el pan... y algo mollar de mi índice.

Tres puntos me otorgaron en urgencia. Cuando me lo rozo aún noto un hormigueo acerado.

chillan los vencejos,
en la mesa, entreabierta,
la navaja






Finalista en el II Concurso Internacional de haibun en castellano,  "Albacete, ciudad de la cuchillería".

miércoles, 18 de septiembre de 2019

senryu

Finalista en al concurso de senryu de la Feria de Albacete, 2019





no cesa la lluvia,
el barquillo empapado
de vino dulce


lunes, 12 de agosto de 2019

Haiku

Con distanciarse algún kilómetro de las nuevas farolas  de Albacete el cielo se va llenando, disciplinadamente,  de estrellas.
En la parcela, Jesús y Concha, van marcando el universo con referencia a sus árboles: la luna a estas horas detrás del pino; Casiopea  a la izquierda del laurel ...




lágrimas de San Lorenzo,
dormido en la hamaca
toda la noche

martes, 6 de agosto de 2019


Parece un juego, pero en la comarca de Sigüenza coexisten sin rencillas patrón de invierno - San Vicente - y patrón de verano - San Roque -un río llamado Salado y otro Dulce.

El río Salado guarda unas salinas que pueden verse  en la carretera que va de Sigüenza hasta Atienza. Según nos ha contado una camarera, parlanchina y eficaz,  las de Imón son las más antiguas  de interior de toda la península; ya la aprovechaban los romanos en el siglo I.

Al pasar por allí nos detuvimos a la primera posibilidad, los rayos del sol caían sobre las finas escamas saladas y rebotaban sin perder intensidad. Entre el guiño y la admiración, nuestras caras debía ser extrañas. La carretera divide y cruza el campo salado. Quedan aún en pie, pequeñas casetas entre el agua, los canales y las artesas. Unos rótulos, sin latín, muestran que  se han podido explotar hasta hace pocos años.

Oigo un zumbido extraño y miro.

Venimos de Palazuelos, un pequeño pueblo que conserva toda su muralla, le dicen la pequeña Ávila.
Aparcamos en la plaza y desde allí se escucha con claridad un zumbido, miramos y no sabemos de donde viene. Uno, de los cuarenta y ocho habitantes censados, riega las flores que adornan el pueblo y hablamos con él. Lo mejor de todas las murallas son sus puertas. Tomamos una con un reloj  en alto, a la izquierda, detenido  en algún abandono.

Fuera de la muralla, cerca de la puerta, un lavadero en uso; al acercarnos nos damos cuenta de que cientos, miles de avispas bullen y amarillean la zona. Nos acercamos con cuidado, pero nos tropezamos con un par de ellas y nos damos la vuelta sin reparos. Una acequia que bordea la muralla se encuentra también repleta. Entramos por donde hemos salido.

desde la plaza
ya se escucha
el zumbido de las avispas

domingo, 28 de julio de 2019





Por la mañana del sábado, ya de vuelta del Mercado de Villacerrada; dos bolsas: una  con caracoles pequeños y otra con unos filetes de secreto adobado y panceta tierna. Sin pretenderlo miras a la gente con la que te cruzas con cierto desdén y superioridad. El día se presenta con hambres ya saciadas.

En la calle Mayor un señor de unos sesenta años anda recto y torcido, simultáneamente. Los pies le encaminan  hacia el norte el cuerpo al este, la cara es seria sin desnorte y parece que sabe a donde va, alguna parte de él.

Detrás camina otro de más edad, con traje clásico, arrugas en los ojos  y un pendiente; una cruz latina en plata cuelga - o baila - de su oreja grande, rompiendo la desarmonía del traje.

El tercero va de  un blanco lento: zapatos, pantalón, americana y un sombrero de ala ancha, ancha. La camisa resalta en verde pistacho, la corbata blanco roto y un bastón con la cabeza amarfilada de algún animal. Va con las comisuras desdentadas y mordiendo el aire en cada paso. Noventa años puede ser que los llene y la cara afilada,  diría, que es el regocijo de los últimos paseos.

Mercado de Villacerrada,
el del puesto sin gente
mira a los que pasan


domingo, 14 de julio de 2019




Llevaba algún tiempo con la pereza enganchada a las zapatillas y no salía a caminar. Hoy, en la terraza, el aire fresco me ha empujado fuera de la casa. Y la naturaleza de siempre, de muchos días, algo  olvidada, me ha provocado paradas, intenciones y haikus.  Haikus de libreta, sin pensar mucho, sin retocar (ya lo haré) pero eso no es muy importante, te detienes y miras lento.

caen las flores
de la acacia...

la abeja liba
la flor de la acacia,
otras en el suelo

(¿Las abejas liban o solamente las mariposas?)

la abeja liba
en vuelo
la flor de la acacia

No sé contar todo lo que veo, ni se debe decir.  Y la naturaleza sigue sorprendiendo. Se distinguen muy bien las sóforas (una clase se acacias)  al estar en floración y las voy viendo de lejos y las cuento.

Me llaman la atención unos vencejos que vuelan a ras del suelo, del césped, una y otra vez. Un gorrión detrás de ellos parece que quiere imitarlos, jugar a su mismo juego.

cae la flor de la acacia,
vuelan a ras del césped
los vencejos


 Escucho la radio, a Pepa Fernández que el próximo fin de semana celebran la vigésima temporada. Escuchar no me impide mirar.

En este trozo del paseo es el único de Albacete que he visto unos árboles que se llaman de los farolillos. Presentan unas cápsulas que parecen, eso,  farolillos. Bajo estos la lavanda florecida les aporta fragancia.

bajo la sombra
de los farolillos
la flor de la lavanda

He llegado al punto donde me doy la vuelta,  aquí comienza otra ruta que no hago mía. Vuelvo por calles diferentes.

A la derecha, en la acera, haciendo ya sombra observo unos árboles jóvenes,   son iguales a los que hay en ese momento en el paseo, pero eso, con menos tiempo.

el plátano joven
no tiene escamas
y ya da sombra

No quiero decir nada en este haiku,  aunque lo parezca.

Loa farolillos también se adornan con flores, como la acacia, flores de estío.

Llevo unos días observando volar alto a las palomas, así, en ese vuelo celeste,  parecen más libres, más pájaros que cuando van en el parque en busca de los gusanitos que arrojan o se le despistan a los críos.

Cruzo por un jardín, el de Félix Rodríguez de la Fuente: unas hermosas rosas lo adornan, mi rosal se secó ya hará un mes, nos duró poco. También veo correhuelas blancas.

en el jardín
setos de correhuelas,
vuela alto la paloma

Cuando voy a cruzar, ya perdiendo el paseo, caen hojas de acacia sobre el césped, se nota perfectamente las dos clases de verdes.

la flor de la acacia
de verde más claro
en el césped


Más de una hora andando, voy pensando en el almuerzo. Y me cruzo con un hombre que lleva una bolsa de papel calada de aceite de churros. Le pregunto por dónde se encuentra la churrería y mientras me lo indica soy consciente que he salido sin dinero. No obstante sigo el camino que me ha indicado, por cortesía.

Casi llego, la calle repleta de coches aparcados, uno tras otro, sin apenas espacio entre ellos.

treinta coches
aparcados en batería
y una caca de perro

No todo son flores. Pero el paseo ha merecido la pena, ya con tiempo modificaré los haikus.








martes, 4 de junio de 2019

III Concurso internacional "LA LUNA ROJA"





He tenido la fortuna y el honor de ganar el primer premio del III  Concurso internacional de haikus "La Luna Roja"

Participé con estos seis haikus:

noche de otoño,
se marca en mi espalda
su abanico


viento helado,
el río tuerce sus aguas
entre las rocas


bajo la neblina,
detrás de la valla
el almendro en flor

limpio horizonte,
los girasoles cabizbajos
hacia el este

bajo la lluvia,
las chumberas enfermas
también verdean

frente a la cascada
las hojas del haya
balanceándose

jueves, 23 de mayo de 2019

Tenía la cabeza pequeña, debía ser gata. Iba despacio y rubia, caminando elegante y con un ligero botar que me llamó la atención; entra sin que el corazón se altere, el mío se aflige en el zaguán.



El sol de la tarde tumba las sombras: la de la tapia,  la de los árboles y las de los saludos. Tuerzo enseguida a la derecha y luego a la izquierda. A las flores enjarronadas  aún se les nota el color pero apuntan a mustias; mi hermana Concha no tardará en pintarlas y rociarlas de un nuevo  aroma.



Unas hormigas corren ordenadamente una tras otra, rápidas como si se terminara el verano; los pájaros  trinan en vaivén formando  el silencio.



La visita es corta, nunca he sido hombre de muchas palabras y ahora tampoco de rezos. Antes de salir me acerco a recordar a mi primo César.







sombra de ciprés,
las hormigas en hilera
por la lápida de mi padre


viernes, 12 de abril de 2019

Ulmus minor

El olmo es un árbol sencillo, no se le pone nombre casi nunca:  es solo un árbol. Pero posee unas características muy singulares.




Florece en invierno, con unas flores diminutas - apenas medio centímetro - que solo se pueden apreciar si las conoces y te fijas en ellas. Después van los pequeños frutos, es precisamente en esta época -marzo y abril - cuando se ven, va encapsulado en unas sámaras que se esparcen a miles por el viento. Y por último echa las hojas: simples, alternas, aserradas y asimétricas en su base.




Es el único que al hacerse grande, importante, cambia de género al nombrarlo y se le llama olma. En la edad media,bajo su sombra, se celebraban juicios y bodas.




Fíjate, hija, el olmo como tú lleva la felicidad a su ritmo.






las sámaras
de los olmos
sobre tu pelo










FELICIDADES

jueves, 7 de marzo de 2019



Pronosticaron abundante lluvia para  ayer, Miércoles de Ceniza, un telón de la naturaleza para cerrar los carnavales.  Pero solamente llegó un chispeo pintado y seco; las nubes enfurruñaban el cielo por entero sin soltar.
Hoy al amanecer el viento blandía hojas y ramas; algunas flores rosas del pruno destacan en el césped del Parque Lineal.  Allí cojo el coche y salgo.

En la radio una batería de noticias breves: algo sobre el comienzo de la  cuaresma; acto seguido hablan del feminismo con la celebración del ocho de marzo; del procés - claro- y otras. Me viene a la cabeza que el color litúrgico, en estas fechas, coincide con el del feminismo, ¡ qué cosas! Opto por apagar la radio mirar al campo y ver por el rabillo del ojo como se van blanqueando los almendros.

Y el día pasa por completo entre papeles y palabras y vuelvo exactamente al mismo lugar casi doce horas después. Y el viento blando ha medrado en vendaval. Los árboles se inclinan resistiéndose, las hojas se baten y observo que no han caído más flores rosas sobre la hierba.

cuaresma,
la ventisca no arranca
las flores del pruno

jueves, 28 de febrero de 2019



Se ven algunas nubes arrastradas en el cielo, el resto es azul. El veintiocho de febrero del año pasado, recuerdo, fue más gris: los rayos de sol tamizados apenas iluminaban la piel; hubo tormenta al día siguiente, por la tarde - alrededor de las seis - llovió en frío, calando las calles y los pasos.


Los tilos del Paseo de la Estación no han florecido todavía a pesar de los trinos y de la prematura soleá, el año pasado - a estas alturas - tampoco; ellos guardan el recuerdo del tiempo y de la ausencia.


nubes arrastradas,
trina un pájaro
en la rama del tilo



viernes, 22 de febrero de 2019



Ya están podados los cinamomos de la avenida, sus drupas - arrugadas y blanquecinas -  resisten en las ramas más altas.

Tomo el camino a "Villa Carmen"  para ver si los almendros han florecido. Y sí, pero solamente los menos cuidados, los más silvestres, los otros aún andan en fila y callados.
 Me acerco a uno para olerlo; siempre me sorprende el aroma intenso y dulce a miel.  Así me limpio del  olor  a quemado que me había llegado poco antes, no sé si del incendio que ocurrió por aquí hace un par de años o de una hoguera de humo negro que arde  al pasar dos vallas al este.

olor a humo,
florecen los primeros
almendros

Ya de vuelta;  una viejecilla, con vestido negro y pelo blanco, camina con cuidado  apoyándose en una chica, que por el cariño que desprenden imagino que será la nieta.

podados los cinamomos,
la anciana cruza despacio
el paso de cebra





lunes, 18 de febrero de 2019


Subíamos hacia el refugio de Minateda, allí se encuentra la mejor muestra de pinturas mesolíticas del arte levantino - el guía consiguió que lo aprendiéramos-. El acceso es difícil y creo que lo provocan así para que apreciemos dónde vamos.

Una chica del grupo nos enseñó lo que era el incienso - al parecer existe una planta que le llaman el incienso español - y al triturar sus hojas entre las manos deja desprender ese  característico olor litúrgico.
También vimos un cagarrutero de conejos, que no necesita mucha explicación, y espinos con los que había que guardar las distancias.

En fin, llegamos con algún esfuerzo, lo esperaba algo mayor, pero no hubo decepción: arqueros, chamanes, animales, parejas ... mezclados en cientos de años de pinturas.

Hay dos ideas que no se me fueron en todo el camino de vuelta:

Una es cómo sería su lenguaje y si quedará algún resquicio en nuestras palabras más agrarias.

Y otra que, mientras aquí pintábamos, los egipcios construían pirámides. ¡En fín!

en las manos
olor de incienso,
refugio de Minateda

viernes, 15 de febrero de 2019



La mañana del domingo traía un viento alargado y frío. La sombra ocupaba el estirado paseo del Parque Lineal, el cielo enramado de nubes no dejaba pasar ni un rayo que calentara.

En estos días y a estas hora, todo el mundo salimos para correr o andar.  Aunque camino rápido  no consigo entrar en calor y me resguardo las manos, después de frotarlas, en las propias mangas del cortavientos.

La fuente levanta una largo chorro de agua, el aire lo empuja y forma una bruma brillante hacia la izquierda.

Dos mujeres, con cierto aire común, caminan fuera de lugar. Son las únicas que van lentas, con la mirada perdida en alguna tristeza. Encajarían bien en la sala de urgencias del hospital.

Al volver ya para casa, veo que sigue sentado un hombre - de mediana edad y abrigo - en el banco, quieto, como si el frío no fuera con él.

viento largo,
solo en el banco
mira la paloma


sábado, 26 de enero de 2019




Dice Mónica F-Aceytuno, en su delicioso libro "El país de los pájaros que duermen en el aire" que el sapo partero tiene una voz dulce y la piel rugosa y, como lo dice lo busqué en youtube y es verdad. Un sapo, que por el aspecto lanzaría un voz ronca, canta como un pajarillo.

El caso es que en el paseo de esta mañana cuando escuchaba los pájaros imaginaba  que podían ser sapos  subidos a los pinos, o escondidos en las matas.

  Después ya me he entretenido con las briznas que verdean los campos y con el cartel de la huerta de " villa Carmen" que sigue otro año más con el letrero de..."se vende". Es triste,  es como declarar el amor, pregonando que quieres que te quieran y nadie te reclama , no vales lo que pides. Villa Carmen necesita mucha azada y lomo.

Escucho el sonido de una motosierra - así pensaba que cantaba un sapo - y al torcer la curva veo a dos hombres podando  una higuera inerme y deshojada. Al acercarme me saludan agachando la cabeza, avergonzados por la superioridad de la pelea.

Un humo blanco, pesado y lento, se levanta entre cuatro o cinco árboles, al fondo la sierra de Chinchilla.

Al regresar vuelvo a oír trinos de sapos.

en el cebadal
las primeras briznas,
sin rastro de amapolas

sábado, 19 de enero de 2019

Me llama la atención como resisten alguna hojas secas en las ramas.  Tal vez solo aguanten algún viento más, tal vez esperan la primera nevada.

Le pasa a los plátanos con sus hojas tipo bandera canadiense, al árbol chino de los farolillos y a algún otro.

Al camino jacobeo - que viene de levante -  lo flanquean pequeñas flores blancas de cuatro pétalos;  los cebadales verdean suaves, tiernos.

Una golondrina no hace estío. Queda aún lunas naranjas y frías hasta la primera primavera.

en la vereda
flores blancas de jaramagos,
invierno