miércoles, 29 de junio de 2016

Cosas del trabajo



Es lo que sucede al atender tantos años a la gente.Ayer llegaron una tras otra.

 Una muchacha, joven para mi edad, que iba pidiendo perdón en cada frase si estas eran demasiado largas, conoce la técnica para respirar mientras lo deja caer. Al entrar, "Buenos días perdone que le moleste", durante el breve rato que la atendí, "No quería molestarle", al despedirse "Perdone si le he molestado". El vestido y la cara que traía ayer esa muchacha son apocados e invisibles, de esas personas que te la saltarías en un recuento de dones. No sé, creo que me gustaría darle un abrazo en la despedida para que se sintiera más viva, pero la Administración me miraría extrañada, mejor me seguiré limitando a sonreír en la respuesta y el adiós.

El siguiente fue un señor rumano de pelo blanco que termina las frases en eso, en señor, "Me deberían haber ingresado la paga doble este mes, señor", "Es verdad, que tonto soy, señor", "Con esta pensión no llego a fin de mes, señor". En la mirada arrastra una nostalgia  de muro berlinesco, tal vez también algo de pena blanca y de injusticia, "He trabajado veintitrés años en Rumanía como ingeniero, señor, y apenas me van a dejar doscientos euros de pensión, señor". A pesar de su deje casi religioso, me produce desconfianza, como si pudiera cambiar en otras circunstancias de más frío rojo y el único señor fuera él. Posiblemente la sensación sea falsa, yo necesito de una medía de veinte años para conocer a las personas.

La tercera que atendía, fue una mujer de edad indignada  preguntando por un asunto de la Agencia Tributaria, molesta por el embargo y por la vida descansada de los demás. Son gente, gente que les da lo mismo las palabras, porque eres culpable, así en general, culpable. "Señora esto no es aquí, debe dirigirse a la Agencia Tributaria que es el órgano que le realiza la comunicación, ¿Ve?, lo pone aquí". Pero insisten porque se han estudiado el guión antes de entrar y deben recitar el poema completo, no se dejan amedrentar. "¿Este embargo por qué es?, yo nunca he debido nada a nadie". He aprendido que lo que debes de darle no solo son respuestas, también conversación para que  el tiempo de espera compense suficientemente con  la bronca fallida, y  la guarden hasta encontrarse, previa cita previa, con los malditos funcionarios de Hacienda que le han embargado.  Se va más enfadada que entró sin decir adiós, tal vez porque tampoco saludó al entrar.

Y hay más, espero que ellos no tengan un blog para hablar de mi.