miércoles, 29 de noviembre de 2017


Comenzó a llover ayer y ha seguido toda la noche; una lluvia constante, sin agonía a pesar de la necesidad y la espera.
Y esta mañana el alba remolonea, la luz se confunde con el atardecer.
Desde el coche se escuchaba: el sonido metódico del limpiaparabrisas; a las gotas, romper metálicas en la chapa y rápidas en la carretera.


oyendo la lluvia,
en lo alto de la torre
brilla una luz


Al llegar a La Roda he cruzado por el paseo de los tristes más despacio, siendo conscientes del vibrar del mundo y en como se cuela la naturaleza entre las ventanas y las calles asfaltadas.
Demoro la entrada al trabajo; paso cerca del parque, tentado a bajarme del coche y sumergirme en la mañana.
Hoy se aprecia el otoño con más claridad, los árboles terminan calvos como los hombres: primero pierden hojas parietales, quedándoles - sobre unas imaginarias orejas - algún amarilleo occipital.


Las ventanas agrisadas disimulan la mañana. Ya solo chispea.


por el paseo
con el paraguas cerrado,
ya amanece.





sábado, 18 de noviembre de 2017



Otros vientos marchitaron la hojas de las hayas que ahora pisamos y que forman un alfombra ocre, deshilada y otoñal.

Hemos partido desde la iglesia de Bausen; subiendo escaleras unas indicaciones nos dibujan distintas posibilidades para perdernos; la nuestra iba meditada por mi amigo Nino que ejerce de bastón y brújula.

Rozamos ligeramente una ortiga con olor a menta, nos araña enfadada y nos alejamos sin rencor.


Valle de Arán,
algunos acebos
en la montaña.


Subimos disfrutando de cada paso. Las casas aranesas, independientes de sí mismas y del cielo, nos siguen asombrando, ahora vistas con reposo.  Nuestros ojos llanos se entusiasman a cada paso, en cada golpe de paisaje.
Es una ruta de dificultad circular. Fotografiamos las sensaciones, sin demasiada esperanza de conseguirlo.

Van surgiendo en los recodos cuestas que se proyectan sin talón, el bordón nos ayuda como un tercer pie de madera y respiramos cerca de los líquenes que abrazan las ramas.  Miramos atrás desde alto y para delante en bajo. Erramos despacio y aventureros.

camino en la umbría,
por el tronco del haya
un rayo de luz.


Las hayas rebosan en todas sus posibilidades: algunas en brote, otras en madurez, o en racimo leñoso ; tumbadas, carcomidas, huecas, llenas...

Caminamos largo rato bajo sombras verdes y frescas mientras el sol se queda burbujeando en las copas.

En algún momento la senda se diluye entre una huerta de helechos y una lluvia de luz.



al terminar,
tres cervezas
y un vino.




viernes, 10 de noviembre de 2017

Castañas



Ya no compro castañas asadas. Volvía, andando y helado, de una comida  de un compañero que se jubila. Me asomé a la ventanilla de este tren estático y me parecieron caras: a 3, 5 y 7 euros  las bolsas. Ya te digo, el tiempo pasa también en euros. ¡Pero olían tan bien!  A música infantil y paseo de vuelta.
Me decidí por la de tres, el castañero la llenó desbordándola, sin contarlas, hablando sin mirarme de que había que mancharse las manos para vender. Estaban en su punto y no encontré ningún gusano al abrigo. Ya no cené.

 Esta mañana me doy cuenta de que aún quedan cuatro. Ya no huelen, ni calientan las manos, pero sigue sonando la música.

vuelta a casa,
las castañas asadas
para mí solo