Con viento nuevo comienza este otoño, un viento que espuma por igual a las hojas caídas y a las bolsas tiradas.
Surgen remolinos revoltosos, como niños recién salidos de la escuela, que desgreñan los pelos tatuados de los jóvenes y que enfrían los pechos más sutiles de los viejos.
Se mueven las hojas del suelo, las copas de los árboles y las nubes grises del cielo.
El paseo se otoña de golpe; las últimas moscas van cayendo a manotazos y la gente se tapa las canillas aún bronceadas.
Las terrazas de los bares se completan con las sillas vacías; la barra observa bailes sentados al ritmo de de Arde Bogotá.
viento de otoño,
las hojas y las moscas
en el último vuelo