Lo contaba cada día con una sonrisa final:
- Fíjate, que en la mesa, donde me siento a comer, pone Ángel Parrilla Navarro.
Fue camionero de espíritu inquieto, nada le quedaba para el día siguiente: adelantaba las horas del desayuno, comida y cena... incluso la hora de dormir. No era un ritmo inglés; era ritmo Parrilla.
A lo largo de su vida fue acogedor generoso, compartió el hogar y su tiempo sin protagonismo; pero vivir acarrea desengaños y golpes, y eso él lo sabía desde chico. Es posible que ocultara esa cicatriz y le produjera, en algunos momentos, una voz más bronca que su espíritu.
Al pasar navidad se cumplirá un año que una mala caída le rompió la lentitud de sus, ya pequeños, pasos; resultaba difícil seguir con el estilo Parrilla -y eso no lo llevó bien-.
Sin avisar, en una mañana de otoño, se fue; rápido, sin esperar a nadie, a su manera, como le gustaba hacer las cosas.
amenaza lluvia,
en la corona fúnebre
una mariposa
- a la memoria de Ángel Parrilla Navarro -