sábado, 9 de noviembre de 2024

DANA de octubre



Las calles repletas de esqueletos de coches, uno encima de otro y otro, apilando la huida. El desastre de un intento vano de escapar a la naturaleza espontánea del río. Llegó el torrente donde no hubo lluvia, un golpe sin puño o un puño sin brazo, solo sintiendo sin entender,  un momento amarronado y fluido. 

¿Dónde está la luz del agua?

Las calles repletas de cadáveres de madera y lana. Ahí van, lo que fue la silla del comedor, la manta que cubre las piernas, el colchón de las pesadillas ... Todo sobre la tierra líquida y coloidal.

¿Dónde caen la sombras de los árboles?

Las calles nocturnas, afantasmadas con ausencias perpetuas y sollozos ahogados. 

¿Dónde se esconde la despedida?


calles desoladas, 

barren las escobas

la tormenta de octubre




viernes, 1 de noviembre de 2024

Día de todos los santos




 Hay calles que las recuerdo de crío y pasas hoy, solo 50 años después, y son las mismas porque no has dejado de pisarlas; la paradoja del barco de Teseo aplicada a mi pueblo.

Algunas, afortunadamente, conservan el nombre y los apellidos, otras hasta parecen cambiar a género fluido o no binario y esas cosas que sigo sin entender. Se disfrazan de calles  semipeatonales;  con aceras anchas o sin aceras; zonas azul, verde o roja; bancos arcoíris; con pasos accesibles; con recomendaciones de mirar antes de cruzar.

En el Paseo de la Estación he dejado colillas, pipas y  palabras subiendo y bajando con mis amigos: Paco, Juan Ángel, Juan Antonio ...

Desde  el monolito a los caídos en la guerra del Rif  hasta la  Fonda Oriental de mis abuelos.

Ese paseo lo recuerdo también con sus gentes en la puerta, esperando el paso del tiempo: la familia de Gloria; unos hermanos muy altos y desgarbado; el practicante y familia; los Jotita en la esquina; un camionero con su hijo salesiano; al otro lado, un extraño profesor de guitarra y su mujer médium; creo que un almacén de mármoles y al cruzar una carpintería "San José obrero" y la vivienda de los Ratillas.

Las casas siguen cayendo y creciendo, cambiando y,  dudo sobre si la verdad de la vida fue aquella de hace 50 años o es esta. 

En ocasiones echo en falta las casas de adobe y los paseos, y a mi padre (ayer también conté un dicho suyo) y a mis primos, a la familia de antes; como si a la vida de hoy le hubiesen cambiado el nombre y cada vela.


todos los santos,

claveles y rosas con olor

a recuerdo