jueves, 21 de agosto de 2014
Mus borde
En un mano llevaba duples y en la otra un ron con coca-cola, estaba sentado para un lado, como si le faltara aire. Desde que me cambié de código postal no lo había visto y ahora, algunas cosas más había mudado de sitio, como que siempre llevo un Camel azul en el bolsillo y los botones de la camisa tensos.
Iba prevenido para aguantar a que, como siempre, me estrechara la mano con saña y, mediando solo unas cortesías se entretuvo contándome la historia de su hermano:
- Mi hermano - Jose - llegó a una edad que engordó y desde entonces está hecho un gordaco.
(fin de la historia)
A continuación me recomendó que comiera menos y ahorra dinero en copas.
Cuando recibo un consejos primero veo la cara y después la sintaxis; no me gustó nada. Solo acerté a excusarme de mi mismo con palabras entre lánguidas y culpables que al rato te arrepientes de haber dicho. Y perdí el mus.
A partir de eses día nos cruzamos con más frecuencia por la calle y sentía como medía mi evolución abdominal. Pero solamente nos decíamos adiós y sonreíamos de mentiras.
Ayer volví a compartir reyes y tapete y me refirió nuevamente la vida de su hermano el gordaco.
Tal vez por que ahora era yo el que sostenía unos duples altos le dije:
- ¿Sabes?, yo conservo un amigo desde crío y siempre estuvo muy delgado, pero cuando empezó a trabajar engordó muchísimo. Luego se echo novia y volvió a adelgazar, pero después del primer embarazo cogió otra vez la talla XXL. - tragué un buen sorbo de Cutty Sark, para repensar la continuación - ¿y sabes?... Tanto, flaco como delgado, era un capullo.
Esa tarde la partida la gane yo.
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