Pasa cada año en algún día de otoño. Un viento frío arranca las hojas más altas de los arces; son de un color ocre luminosos. El aire en remolino las mantiene unos segundos revoleando en un sube y baja, como si no tuvieran otro quehacer.
las hojas del arce
arremolinadas por el paseo,
el viejo con su garrota
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