El once de agosto fuimos a Higueruela a despedirnos. Muchos amigos y su familia, le dieron su adiós cuatro meses antes, en el derrumbe inicial. Nos lo contó su hermano de leche a la sombra entreverada del tanatorio y de una bodega.
La sensación es siempre compleja: queda un dolor íntimo a uno mismo; una pena no compartida, recuerdos de unos momentos que, tras su muerte, se acercan más al olvido; como un vino descorchado y que se conmueve y evapora al oxidarse.
Coincidimos laboralmente en nuestro primer destino en Seguridad Social con Puche, Rovira, Tere..., días de juventud, tinta y risas y de buenos compañeros.
Una tarde, que se prolongó en debates y filosofía, me regaló ese precioso estudio de un trepador azul y una comadreja. Lo tengo colgado en la habitación dónde sigo aprendiendo a deletrear.
Por detrás la dedicatoria firmada a lápiz: Para mi amigo José Ángel, con afecto. 10-12-2013
en agosto
antes de tiempo
se envera la pámpana
Es una deuda;
Para mi amigo Cesáreo, con muchísimo cariño. 23/10/2024
Muy chulo y emotivo, José Ángel.
ResponderEliminarMe ha costado varios borradores y tiempo. Muchas gracias, Alfredo.
EliminarPrecioso recuerdo. Estara brindando con vino de esa bodega.
ResponderEliminarSeguro. Cómo dijiste, era el mejor relaciones públicas de su pueblo y del vino de allí.Un abrazo.
ResponderEliminar