domingo, 26 de mayo de 2024

Me han dicho IV

 


Aunque entonces Isa, para mi asombro se levanta de la mesa, se aleja de la gente y me dice. 

- No quería hablar delante de estos, que son unos cotillas. Pero, José, ¿tú no sabes que en tu tienda hay dos que son pareja? Bueno, o han sido, y no lo digo porque alguien haya muerto, que Dios no lo quiera. 

- Pues la verdad es que no sé nada, Isa. ¿Estás segura?

- Eso quien me lo ha contado es de fiar. Me han dicho que los veían siempre juntos, y que había miraditas picaronas entre ellos. Incluso muchas veces con descaro. Pero todo a escondidas. Al parecer se iban a una casa vieja, propiedad de Lázaro. 

Sin tomar respiración, continúa. - Vaya, se me ha escapado lo de Lázaro. 

- Pero quién iba a ser si no, estamos hablando de su muerte.

- ¿Su muerte? ¿También lo han matado?

 - No, perdona, quería decir eso, su asesinato. Su presunto asesinato.-(Ahora no me van a pillar, je, je, je).

 Isa, - en efecto era Isa- se sale a la calle a echar un cigarro y llama por teléfono; la veo colgar y volver a llamar a otro sitio.

 Me vuelvo a sentar mientras el resto está pensando en posibilidades, cuando mi móvil vuelve a sonar y al ver quién es me pongo nuevamente pálido. 

- ¿Quién te llama?, me preguntan todos

- La guardia civil - respondo -

- Bueno, tiene que ser, porque aquí me sale Nachete, vamos, Lázaro.

- Contesta, me apremia  mi hija.

. Sí, dígame. - apenas si me sale la voz del cuerpo. - Carraspeo y vuelvo a responder.

- Oye, José Ángel, si te cuento lo que me han dicho no te vas a creer.

- No, seguramente no. Dime. - le respondo con un hilo de voz.

Les digo a todos abriendo la boca mucho para que se entienda lo que vocalizo aunque sin voz. ¡Es NACHO!

- Pues que estaba muerto, que me había matado, no saben quién.  Pero en Faccebock ya estaban dando pésames, incluso han llegado a llamar a mis padres a preguntarles. Menudo susto se han llevado los pobres. Y, por otro lado, me dicen que yo he matado a alguien. 

En fin, estoy  con una mala leche. Llamando a todo el mundo que conozco para que sepan que ni he matado a nadie ni estoy muerto.

¿Tú no sabrás cómo se ha podido originar este bulo? Porque si pillo a la persona que ha originado esto lo ahogo. 


No puedo evitar pensar que al final sí que va a ser un asesino. Y yo solo sonrío con la tontuna.

- Ni idea, lo primero que oigo, le respondo vocalizando lo mejor que puedo. Estoy aquí en Albacete, tomando unas copas tranquilamente con mi hija, mi mujer y  unos tranquilos amigos.¡Desde luego, cómo es la gente! No tienen que hacer nada más importante y se inventa cada cosa. ¿Cómo se podrán crear estos rumores?

-Yo le diré a quien conozca que te encuentras bien y sin problemas. Lo que esté en mi mano, ya sabes. Hasta el lunes, Nachete.

El resto de compañeros me miran diciendo que vaya cara más dura que tengo y yo me encojo de hombros queriendo decir - qué voy a hacer -.

- ¿Desde cuándo me dices tú, Nachete?


           FIN


Y, como siempre, cualquier parecido con la realidad se debe a falta de imaginación.



-



Me han dicho III


 Los demás también se piden sus refrescos.

Nos callamos mientras Miguel nos sirve, pero nos pregunta que qué nos llevamos entre manos, que a quién han matado. Le contesta Llanos - que miente bien -  y empieza a explicarle los acontecimientos con una coherencia borrosa que Miguel parece entender. Mientras, Isabel, mi paisana, me hace gestos para que me acerque a su mesa. 

- Estoy oyendo algo de vuestra conversación. ¿Ha matado Lázaro a Nacho? ¿Eran pareja verdad? Eso será también violencia de género.

- No sé qué ha pasado, ni si son pareja, ni sé ya de quién me hablas. Ahora mismo estoy hecho un lío.

- ¿Por qué no llamas a tu amiga Isa? Seguro que ella lo sabe.

- Si, buena idea, ahora la llamaré.

Me vuelvo a mi mesa, cada vez más confuso. No sé qué amiga Isa se refiere. Busco en el móvil y a Isa solamente la tengo a ella, o esta no es Isa, ¿entonces quién es esta?

- Voy a llamarla - estoy hablando solo -. Marco el teléfono y la veo que descuelga, y me mira desde su mesa y levanta los hombros. Sonrío y hago un gesto con la mano como diciendo que es un despiste. Aunque debería haberle hecho un gesto de que soy idiota.


sábado, 25 de mayo de 2024

Me han dicho II

 


El texto fue:  "Perdona que te moleste. Pero me han dicho que un tal Lázaro  ha asesinado a alguien. Sabes tú algo?".

La primera marca del wasap salió, también la segunda, pero no leía el mensaje, no se ponía en verde.

Envíaselo a otro, me comentaron mis impacientes compañeros de copas.  A Pedro le escribí:  Un tal Lázaro ha matado a alguien en La Roda; sabes tú algo?

Rápidamente me dijeron que no diera por cierto que Lázaro había matado a alguien, que pusiera como en la tele "presunto". Pero mira, mientras que me lo reprochaban al unísono como un coro desafinado,  los dos tics de wasap tomaron color.

Y Pedro me contestó que no sabía nada, que se lo preguntaba a su mujer. Enseguida me respondía.  Tampoco sabe nada. Lo consultará a su hermana y lo preguntará en el Faceebock  de "Cosas de La Roda".

Pedro me pidió detalles sobre el muerto, dónde o por qué,  que no podía proporcionarle.

Míguel nos puso otra ronda: dos gin tónic flojitos de Tanqueray, un ron Habana con Fanta de limón, una cerveza Maestra y un Jameson con hielo. 

¿Por qué no le preguntas a la abuela? Me dijo mi hija y le recordaron: -  porque le va a notar la lengua de trapo. Se rieron a mi costa. 

- Llámala tú. Vale.

- Hola, abu, soy Carmen, ¿sabes algo de un hombre mayor que han matado en La Roda? Un tal Lázaro.

Le hicimos gestos como si estuviéramos locos y mudos. Le decíamos abriendo mucho la boca, qué no, qué Lázaro no es el muerto, qué es el asesino.

- Hola, Carmen. No sé nada. Como no salgo, yo no me entero de nada. Pero espera que le pregunte a Edelmira que está aquí.

- Edel, sabes algo de un asesinato de Lázaro.- se lo dijo con volumen suficiente para que no hiciera falta el manos libres. 

- No sé nada. Espera que pregunte a mi vecina. 

Y en apenas en un minuto, mientras abuela y nieta hablaban de salud y ánimo, contestó Edelmira.

- Oye, Pepita, que sí, que Lázaro ha aparecido muerto con tres puñaladas. Me han dicho que una vecina suya escuchó muchos golpes en el piso de arriba y avisó a la guardia civil y por lo visto lo encontraron ensangrentado en el sillón, con un cuchillo jamonero clavado en el costado derecho, con toda la camisa de cuadros llena de sangre y  con la tele encendida mientras emitían el Pasapalabra. 

- Vaya, pobre hombre. ¿Ese Lázaro es el compañero de tu padre?

Al colgar mi hija, nos dice que sí, que le han dicho que han matado a Lázaro y todo lo demás datos que parecían sacados del atestado de la guardia civil.

-  ¿Pero no era Lázaro quien había matado a alguien?- preguntamos el resto mientras nos aclaramos la garganta con un trago.

No sé qué me aturde  más si que Lázaro sea un asesino en fuga o un cadáver ensangrentado. Mis piernas botan nerviosas, la confusión de noticias y el alcohol en vena no permite asumir aún como cierto lo que vamos conociendo.

Mientras seguimos cavilando sin disimulo de argumentos- sobre todo Jota, que como es un poco sordo, habla muy alto - yo saludo a Isabel, una antigua amiga del Instituto sentada en una mesa cercana y que mira con  descaro la conversación alborotada  que nos traemos.

 Olivia, a quien todo el mundo conoce por Oli por su tienda:" Encurtidos y aceitunas Oli"   Pues eso,  que me voy de una cosa a otra, Oli dijo que si no le había dicho la vecina también quién había ganado el rosco de Pasapalabra.

Risas comunales  durante un buen rato  y luego trago, no vaya a ser que nos espabilemos.

Llanos ahora desconfía de lo que oí al principio, y no me extraña, tengo fama merecida de despiste. - Seguro que oíste que Lázaro mató a alguien.

Se me pone cara de sospechoso.  - No sé, yo juraría que es lo que he oído. 

- ¿Pero estás seguro? - Llanos habría valido como interrogadora, se le pone cara de Gestapo cuando la situación se tensa. 

- Pues, ya te digo - titubeo -. Igual han dicho que lo han asesinado. De todas formas que importa lo que haya oído. Lo importante es saber qué ha sucedido. - Parece que Llanos se conformaba con esa respuesta (y apaga el flexo que me enchufaba a la cara).

Cuando estaba escribiéndole un wasap a mi compañero Ignacio Lázaro, me dijo Carmen que tanto  si está muerto por asesinato o es el asesino, posiblemente la policía me interrogue si ve los wasaps del móvil  y pase un mal rato contando todas las tonterías de la noche. Borré con mucho cuidado todo lo escrito y, con algo de aprensión, dejé el móvil sobre la mesa.

- Hay un supuesto en el que las dos versiones pueden ser ciertas, espetó Juan. Estaba acariciando la copa de su tercer gin-tonic. Y lo miramos con cara de "no me lo puedo creer". Con tranquilidad y antes de dar un trago,  incluso haciendo algo de eco sus palabras con la copa dijo que serían verdad si se hubiera suicidado: asesino y asesinado.

- Creo que todos le dijimos, nuevamente con escándalo, que eso no podía ser. 

Recojo el móvil para guardármelo y le echo, sin poderlo evitar, un vistazo. Tengo un wasap de Vicente. Que solamente dice: llámame cuando puedas.

 Lo anuncio.- Me dice Vicente que lo llame. Busco su teléfono mientras todos están esperando mi llamada. 

- Hola, Jose; te habrás enterado.

- Sí, me termino de enterar de que Ignacio ha aparecido muerto.

- ¡Qué dices! Pobre. ¿Cómo ha sido? ¿Se ha suicidado? No ha podido soportar que el pueblo se haya enterado de lo suyo. Y menos su familia, con lo carca que es.

- ¿Pero qué me estás contando? ¿Qué iban a saber?

Escucho un llanto entrecortado  y unas palabras murmuradas (¡pobre Nachete!)  que no terminan de salir y no termino de reconocer, y se  quedan colgadas. 

- ¿Qué te ha dicho? Me preguntan intrigados.

- Pues nada, en cuanto le he contado lo de que Ignacio estaba muerto se ha puesto a llorar y ha colgado.

- No te ha dicho nada. 

- Bueno, sí, que no habrá podido soportar que la gente se enterara de lo suyo.

- ¿Y qué es lo suyo? 

- ¿Es que es maricón?, preguntó Jota sin recato. Oli le recriminó con la mirada y diciendo su nombre en seco.

- ¡Joder, Jota!

- Joder, sabes que no tengo nada en su contra, y que tengo amigos maricones.

 Oli, seguía amenazando. 

- Vale, perdón, homosexual. - se excusó Juan.

- Pues no sé. Contesté. Fíjate, que siempre pensé que Vicente sí que lo era, es algo amanerado. ¿Verdad Llanos?

- Algo no, bastante. Vamos, ese es homosexual, seguro. Menuda pluma. 

Volvió a sonar el teléfono. - Dime, Vicente. 

-  Oye, eso que me has dicho. Aclárame. 

Le cuento como puedo la historia, que intento resumirla bastante.

- Lo he oído en un bar, que había un muerto en él y luego le he preguntado a  una amiga de mi madre que me ha dicho que Ignacio estaba muerto. Pero hasta que no lo veas no lo creas. Vamos, quiero decir que habrá que comprobarlo. Vamos, comprobarlo, no - apuro el tercer whisky para buscar las palabras - que habrá que asegurarse bien de la información. Que la gente es muy mala y les gusta enredar. 

Mis compañeros de mesa me miran diciendo... No se te ha entendido nada. Y llevan razón.

- Voy a llamar a Nachete, responde Vicente.

¡Le ha vuelto a decir Nachete!

- Vale, dime algo por favor.

- Oye, le digo - aún  no ha colgado - igual si está muerto por asesinato y le telefoneas, te llama la guardia civil y te pregunta por qué lo has llamado y te condenan. (Todos los de mi mesa se tiene que levantar a reírse, lejos para que no se oigan la risa por el teléfono). Condenen, no, quiero decir, que igual y te interrogan. Pero haz lo que quieras. Bueno, un beso cariño.

- ¿Te has despedido de tu compañero con un beso, cariño?

- Me he puesto nervioso, joer. - ¡Miguel, ponme una cerveza, por favor! 


Seguirá ....



jueves, 23 de mayo de 2024

Me han dicho I



 El viernes terminamos la jornada cansados, las últimas semanas hemos sentido la presión de la pandemia. Contraje el covid en su forma leve: fiebre ligera - 38 grados constantes -, cansancio en las piernas,  dolor fortísimo de espalda a la altura de los omóplatos y acojone generalizado. 

Por el teléfono de emergencias, una pitonisa  de la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha me dijo que podía ser cualquier otra enfermedad o virus.  Dos meses  más tarde, con  un test en un chiringuito playero, confirmé el positivo del virus y cambié de pitonisa.

Tras el confinamiento volvimos a abrir la tienda en La Roda, pero manteniendo mayor control en la cantidad de gente que atendíamos. La tienda se llama "Pinturas la Fonda".

 En la tienda somos cuatro, todo hombres, que rondamos desde los cincuenta y nueve (ese soy yo) a los cuarenta  y cinco. Nos llevamos bien, pero por el motivo que sea, no hemos dado el salto hasta ser amigos. Alguna vez nos tomamos una cerveza juntos al salir de trabajar - menos Ignacio, el más joven, que no bebe-. En fin, sabemos poco de nuestras vidas íntimas y así nos va bien. Los otros compañeros son: Vicente, el mayor; Pedro, el más perfeccionista.

Ese mismo viernes, a eso de las diez de la noche, me encontraba con Llanos - mi mujer -, J. Colina (todo el mundo lo llama Jota) , Oli y mi hija Carmen.  Jota y Olivia son  unos amigos comunes -  (comunes me refiero a que son de los dos, de Llanos y míos, no comunes de normales y vulgares, ellos son excepcionales)-   mi hija Carmen también es excepcional.

Nos encontrábamos en una mesa en la terraza del El Cobalto y, en un momento afortunado de silencio y trago, oí una conversación en la mesa de al lado. 

- En La Roda ha habido un asesinato,  un tal Lázaro, un tío alto, ha matado a un amigo, lo ha apuñalado con un cuchillo de la cocina. Me lo ha dicho uno de mi  trabajo que sus padres son de allí.

Inmediatamente, con el corazón saturado de sangre y posibilidades, se lo murmuro a Llanos.

Aclaro que mi compañero  Ignacio se apellida Lázaro Saavedra y mide alrededor de 1,90.

 Pego nuevamente el oído a la conversación de los de al lado, pero no escucho nada, miro con mal disimulo y solamente veo un euro de  propina en el plato. Posiblemente sean ellos los que se alejan cuesta arriba, en dirección al mercado de  Carretas.

 Le comento a Llanos la conversación recién hurtada y  la posibilidad de que sea mi compañero Lázaro  el asesino y que, tal vez,  podría haber asesinado a Vicente o a Pedro. A mí no, claro.

Carmen, que es muy observadora, me dice:

- Oye papi, ¿qué te pasa?, estás pálido. 

 Les cuento a todos, con voz temblorosa y seca, lo sucedido.  Cada uno opina a su entender, sin que ninguno entienda mucho en estos momentos. Nos habíamos bebido ya varias copas para compensar la sed del tiempo perdido en el confinamiento. Aunque íbamos los cinco con suficiente control para vivir y pagar, no lo era para superar un examen psicotécnico.

El caso es que alguien sugirió que lo llamara con cualquier excusa, pero otro alguien me dijo que se me notaba la lengua trapuda, que lo dejara para mañana, otro me dijo que pusiera un wasap  que ahí no se notaba. Asentimos los cinco y entre todos, construimos una frase inteligible que al final envié a mi compañero Vicente,

¿Por qué a Vicente?  Ni idea, así sucedió.


Seguirá ...