viernes, 16 de octubre de 2020





El paseo de la estación está delimitado por dos hileras de árboles: la interior de aligustre y la otra de tilos. 

Los tilos tienen junto con las hojas unas brácteas, falsas hojas u hojuelas que cumplen la misión de esparcir las semillas, lo hacen a modo de helicóptero. Da gusto verlas caer, giran rápidamente. 

Dicen que cada vez hay menos gorriones en los pueblos, es posible. Lo que no recuerdo de niño es ver, en La Roda, palomas. Eran cosa de aldeas, boinas  y de plazas barcelonesas.

Por encima de un ventanal de donde trabajo pasan varios cables negros y robustos que llevarán electrones convertidos en datos o en posibilidades energéticas. Y, en ellos, he visto salir varias veces a un gorrión, hasta que comprendí que allí anidaba,  ¡teniendo tan cerca los tilos!



caen las hojuelas,

el gorrión anida

en los cables