lunes, 12 de agosto de 2019

Haiku

Con distanciarse algún kilómetro de las nuevas farolas  de Albacete el cielo se va llenando, disciplinadamente,  de estrellas.
En la parcela, Jesús y Concha, van marcando el universo con referencia a sus árboles: la luna a estas horas detrás del pino; Casiopea  a la izquierda del laurel ...




lágrimas de San Lorenzo,
dormido en la hamaca
toda la noche

martes, 6 de agosto de 2019


Parece un juego, pero en la comarca de Sigüenza coexisten sin rencillas patrón de invierno - San Vicente - y patrón de verano - San Roque -un río llamado Salado y otro Dulce.

El río Salado guarda unas salinas que pueden verse  en la carretera que va de Sigüenza hasta Atienza. Según nos ha contado una camarera, parlanchina y eficaz,  las de Imón son las más antiguas  de interior de toda la península; ya la aprovechaban los romanos en el siglo I.

Al pasar por allí nos detuvimos a la primera posibilidad, los rayos del sol caían sobre las finas escamas saladas y rebotaban sin perder intensidad. Entre el guiño y la admiración, nuestras caras debía ser extrañas. La carretera divide y cruza el campo salado. Quedan aún en pie, pequeñas casetas entre el agua, los canales y las artesas. Unos rótulos, sin latín, muestran que  se han podido explotar hasta hace pocos años.

Oigo un zumbido extraño y miro.

Venimos de Palazuelos, un pequeño pueblo que conserva toda su muralla, le dicen la pequeña Ávila.
Aparcamos en la plaza y desde allí se escucha con claridad un zumbido, miramos y no sabemos de donde viene. Uno, de los cuarenta y ocho habitantes censados, riega las flores que adornan el pueblo y hablamos con él. Lo mejor de todas las murallas son sus puertas. Tomamos una con un reloj  en alto, a la izquierda, detenido  en algún abandono.

Fuera de la muralla, cerca de la puerta, un lavadero en uso; al acercarnos nos damos cuenta de que cientos, miles de avispas bullen y amarillean la zona. Nos acercamos con cuidado, pero nos tropezamos con un par de ellas y nos damos la vuelta sin reparos. Una acequia que bordea la muralla se encuentra también repleta. Entramos por donde hemos salido.

desde la plaza
ya se escucha
el zumbido de las avispas