jueves, 17 de noviembre de 2016

noviembre


Ayer conocí a Noviembre, si a Noviembre con la ene alta.
 Vino a la oficina a pedir algún cambio de domicilio y circunstancia, las manos pintaban trabajadas y malvas, Noviembre recoge rosa en alguna finca de por aquí, pero ayer descansó, la niebla, densa como la luna, no recomendaba la recolecta.
El apellido, me cuenta, que le viene de una monja poeta, de un abuelo expuesto a los embates del siglo y de la inclusa. Mi hija Carmen y su generación ya no conocen esa palabra, palabra  que proviene de una Virgen holandesa con nombre francés que veneraban en los orfanatos de Madrid, L´Écluse.
 En esos tiempos de mulas grises y centeno, a su abuelo abandonado, la sor le puso el apellido del mes en el que se desahijó, un apellido paganamente inmaculado.
Noviembre está orgullosa,  han buscado en internet y solo su familia se apellida así, se ríe y dice que durante todo el mes celebra su santo.

 Hoy, que amaneció con helor, sigue en la rosa.

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