Habla todo el rato de usted, entre distancia y respeto; reclama sus derechos con firmeza, pero "por favor" y agradeciendo. Su vida la detalla cerrando la puerta despacio. Dejando atrás el pasado.
Cuentan en el "Centro de la mujer" que conocen su caso, pero que no va mucho por ahí:
- Ella se va buscando la vida desde que vino de Madrid.
Mientras cumplimento la reclamación le pregunto por la edad de sus hijas y si les gusta el colegio; se permite sonreír al pensar en ellas.
- Son mi debilidad. La pequeña es buena estudiante, quiere ser veterinario.
No dice más, hay cierta brusquedad en el silencio, se arrepiente de hablar o de la sonrisa. Y vuelve a recobrar esa cara de miedo con la que camina cada día esta Navidad.
llega la Noche Buena,
la sonrisa vicaria
de la gitana