sábado, 22 de junio de 2013

Entra el aire frondoso por la puerta abierta del balcón, a ratos, caen rayos de luz, de uno en uno, lentos, solitarios, tibios.
La nubes sostenidas se reflejan en los cristales descuidados, el sol oculto por las cortinas alquiladas cae a su propio infinito.
No tengo más que decir, hay tardes sencillas con tonos grises en las que empieza a salir el sol y no hacen falta más sentimientos.

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