miércoles, 26 de junio de 2013

Lo mejor de vivir en el cuarto derecha es atravesar, arriba y abajo, el parque. Encontrar a mis primeras horas de la mañana trozos de naturaleza - alas rotas, un resto de huevo azul, la sombra de un esmerejón - y respirar el humo celeste que guardo en las manos.
Siempre se escuchan a los pájaros, siempre, recuerdan a un grupo de jazz que trenza melodías al ritmo de la trompeta, distingo con claridad el zureo simbólico de las palomas  y los silbidos negros entre las hojas altas de verano.
Los perros son habituales, de toda clase social y republicanos, pero su naturaleza está medida, tampoco la conservan los pensamientos emigrados, ni la arena volcada con palas de media jornada. Los bancos sí la guardan, han echado raíces a fuerza de riego, charlas y besos. Los columpios también, con sus encadenadas alas de mariposa.
Así voy pasando y mirando, descubriendo nuevas ramas de gorriones,  mientras subo y bajo al cuarto derecha.





1 comentario:

  1. ¡Qué alegría volver a leer tus historias!

    no dejes de contarlas. Un saludo

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