lunes, 18 de febrero de 2019


Subíamos hacia el refugio de Minateda, allí se encuentra la mejor muestra de pinturas mesolíticas del arte levantino - el guía consiguió que lo aprendiéramos-. El acceso es difícil y creo que lo provocan así para que apreciemos dónde vamos.

Una chica del grupo nos enseñó lo que era el incienso - al parecer existe una planta que le llaman el incienso español - y al triturar sus hojas entre las manos deja desprender ese  característico olor litúrgico.
También vimos un cagarrutero de conejos, que no necesita mucha explicación, y espinos con los que había que guardar las distancias.

En fin, llegamos con algún esfuerzo, lo esperaba algo mayor, pero no hubo decepción: arqueros, chamanes, animales, parejas ... mezclados en cientos de años de pinturas.

Hay dos ideas que no se me fueron en todo el camino de vuelta:

Una es cómo sería su lenguaje y si quedará algún resquicio en nuestras palabras más agrarias.

Y otra que, mientras aquí pintábamos, los egipcios construían pirámides. ¡En fín!

en las manos
olor de incienso,
refugio de Minateda

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