Ya están podados los cinamomos de la avenida, sus drupas - arrugadas y blanquecinas - resisten en las ramas más altas.
Tomo el camino a "Villa Carmen" para ver si los almendros han florecido. Y sí, pero solamente los menos cuidados, los más silvestres, los otros aún andan en fila y callados.
Me acerco a uno para olerlo; siempre me sorprende el aroma intenso y dulce a miel. Así me limpio del olor a quemado que me había llegado poco antes, no sé si del incendio que ocurrió por aquí hace un par de años o de una hoguera de humo negro que arde al pasar dos vallas al este.
olor a humo,
florecen los primeros
almendros
Ya de vuelta; una viejecilla, con vestido negro y pelo blanco, camina con cuidado apoyándose en una chica, que por el cariño que desprenden imagino que será la nieta.
podados los cinamomos,
la anciana cruza despacio
el paso de cebra
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