Ahora la casa huele a alcohol de romero – dice mi madre -.
Sin darme cuenta dejo de mirar, me coloco en otra calle, otro lugar siendo el mismo lugar, oigo ruido de camiones que transitan entre líneas amarillas de la carretera general y allí: una casa compartida a mitad en patio y pateras; un santo visigodo bendiciendo hierático desde lo alto de su hornacina de cal; un rosal que da sombra de espinas y el aljibe que huele a galletas de coco con mermelada.
En estos días los sillones se llenan de sueños, la piel se queda dormida en el pellizco juguetón de la nieta y desde la ventana se ven los higos picoteados y a los gatos tuertos que se esconden entre piedras y escalones.
Ahora, en la casa cuelgan notas neuronales como estrellas de Belén sobre la tele encendida y, la casa huele, sigue oliendo, a hogar.
¿Y no hay nadie que quiera hacer con lo que escribes un libro de poemas? El mundo editorial no sabe lo que se pierde.
ResponderEliminarNo tengo otras palabras para lo que escribes : poeta y precioso
Me gusta tu imparcialidad. Gracias hermanica.
ResponderEliminarFinal de texto hermoso y emotivo. La lágrima a punto.
ResponderEliminarIntentaré en le próximo que caiga la lágrima.
EliminarGracias
me gusta mucho conocer este blog. llego aquí para volver, porque escribes con el corazón.
ResponderEliminarsaludos
Es cierto, son sensaciones de corazón.
EliminarGracias por el comentario y por leerme.
Coincido con el primer comentario, poeta y precioso
ResponderEliminarY yo también coincido en la respuesta. Gracias por tu imparcialidad "anónimo".
EliminarEstoy aprendiendo a utilizar el ordenador para poder leer lo que escribes.
ResponderEliminarSon preciosos!!!
Te doy unos días para que adivines quien soy.