domingo, 12 de abril de 2020
Felicidades, hija
Hace dos años escribí este haiku:
humo y sonrisas,
bajo la lluvia de abril
veinticinco años
Y es que, ese día, compartimos la llovizna frente a Edelweis; un restaurante de recuerdos y rasgos filipinos.
Pero hoy caminamos, cada uno, con lluvias de diferentes idiomas. Lo que sí compartimos es el confinamiento y el virus Covid-19, un nombre mal puesto; Borges lo decía de "pesadilla" que era un nombre flojo para su significado. Covid parece un alias de una mascota, no el de un virus asesino. Debería llamarse covidof o covidamian, algo que induzca más al temor.
En fin, ese covid nos aísla y separa más que el mar y el aire. En esa distancia (medida en horas y días) nunca te oigo una queja; claro que a tu hermano tampoco. Sois valientes y buenos. Cuando te veo por el skype te noto radiante y guapa, con voz fresca y reída.
¿Sabes?, compro cerveza sin filtrar, me la presentaste tú tardeando por Tejares; y en cada primer trago me vienen a la memoria unos últimos viernes que pasamos hablando de casi todo y del mundo. Buenos momentos. Si te siento feliz soy feliz, aunque bebamos lejos. Sé que andas buscando la vida.
¡Felicidades, hija!
otra vez
doce de abril,
y ahora, tan lejos.
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